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Por qué invertir en energías renovables en Uruguay

Uruguay y su avance hacia la descarbonización

Careciendo de fuentes convencionales de energía como gas, petróleo o carbón, Uruguay se enfrentó en 2008-2009 a desafíos de suministro energético y elevados costos de producción, impulsados por el incremento global de los precios de los combustibles.
En 2010, el país logró un consenso multipartidario y estableció como política estatal la transición hacia fuentes de energía renovables y autóctonas, asegurando su implementación y continuidad a largo plazo.

Esta transición implicó una inversión de más de 8.000 millones de dólares en iniciativas público-privadas. La transformación adoptó un modelo donde el sector público coordinó el sistema y gestionó las subastas, proporcionando seguridad a los inversores tanto nacionales como internacionales.

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La Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA) ha elogiado el enfoque uruguayo, especialmente el método de licitaciones llevado a cabo por la empresa estatal de electricidad, UTE, recomendándolo como modelo en su guía para el diseño de subastas. Se subrayó la implicación del sector privado mediante esquemas de promoción innovadores que no dependen de subsidios directos.

Composición de la matriz eléctrica:

En un año con precipitaciones normales, el 97% de la demanda eléctrica del país se satisface con energías renovables, a través de una mezcla de energía eólica (32%), biomasa (17%), solar (3%) y la hidroeléctrica tradicional (45%).

Este primer paso en la transición energética ha colocado a Uruguay en una posición de liderazgo en el uso de energías renovables, siendo el segundo país a nivel mundial en incorporación de fuentes renovables variables (como la solar y eólica) en su producción eléctrica según REN21 (2023). Asimismo, se destaca junto a Dinamarca, Irlanda y Portugal en la generación de energía eólica.

El sector privado desempeñó un papel crucial en el cambio hacia energías renovables. Un ejemplo destacado es Ventus, una compañía uruguaya enfocada en energía eólica. Gracias a su experiencia y logros en el ámbito local, logró expandir sus operaciones y ofrecer sus servicios en otros países de la región.

Abastecimiento energético

En 2022, Uruguay registró un suministro de energía de 5.669 ktep, marcando un aumento histórico del 27% en comparación con 2012. Este crecimiento en la producción energética vino acompañado de una notable transformación en la estructura de la matriz energética del país. La participación de la energía proveniente de fuentes fósiles disminuyó significativamente, de un 60% en 2012 a un 40% en el promedio de 2018-2022. Por otro lado, fuentes como la biomasa, la energía eólica y la solar vieron aumentar su relevancia, con participaciones del 39%, 9% y 1% respectivamente en 2022, mientras que en 2012, ni la eólica ni la solar tenían una contribución notable.

La contribución de la energía hidroeléctrica al mix energético también experimentó un descenso, pasando de un 16% en el periodo 2002-2012 a un 10% entre 2018-2022 (y un 9% en 2022). Este descenso se atribuye al aumento de la demanda eléctrica frente a una capacidad de generación que se mantuvo estable. Es importante mencionar que los recursos hídricos más significativos del país están casi completamente aprovechados, y cualquier expansión futura de la oferta hidroeléctrica probablemente provendrá de pequeñas centrales hidroeléctricas.

La sequía extendida desde 2020 hasta inicios de 2023 tuvo un impacto en el aporte de las energías renovables al mix de generación eléctrica del país. A pesar de este desafío, las energías renovables constituyeron el 56% de la matriz energética en 2022, un salto significativo desde el 38% registrado en 2012, lo que se considera un logro destacado a nivel internacional. Además, las importaciones de energía eléctrica mostraron una tendencia decreciente durante el último periodo.

Energía eléctrica

La energía eléctrica conformó el 32% del total de la oferta energética, alcanzando una producción de 1.270 Ktep en 2022. El 10% de esta producción se destinó a exportaciones, resultando en una oferta disponible de 1.042 Ktep para ese año.

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Con una inversión superior a los 8.000 millones de dólares, Uruguay experimentó una notable transición hacia la descarbonización de su matriz eléctrica en la última década, convirtiéndose en un referente en la adopción de energías renovables.

En 2022, la inversión en infraestructura energética ascendió a 303 millones de dólares. De este total, 284 millones se destinaron al sistema eléctrico, sumando 705 millones de dólares en el trienio 2020-2022, lo cual representa el 52% de la inversión total planificada por el gobierno para este periodo (1.367 millones de dólares).

Para el bienio 2023-2024, se proyecta una inversión de 843 millones de dólares en el sector energético. La empresa estatal UTE liderará estas inversiones con una previsión de 489 millones de dólares, parte de su plan quinquenal (2023-2027) que contempla una inversión total de 1.100 millones de dólares. De esta cantidad, el 70% se destinará a la ampliación y mejora de la red de distribución y transmisión eléctrica.

Dentro de las inversiones adicionales fuera del presupuesto de UTE, se incluyen proyectos como la construcción de una línea de alta tensión desde la central de Punta del Tigre (San José) hasta la subestación Cardal (Florida) con un costo de 60 millones de dólares; el cierre del anillo norte de transmisión con una línea de 500 kV que conectará Tacuarembó con Salto, con una inversión de 220 millones de dólares; y la instalación de un parque solar fotovoltaico de 30 MW en Punta del Tigre, tras un acuerdo posterior a un litigio con Hyundai por la construcción de una central de ciclo combinado. Además, se contempla una inversión de 70 millones de dólares por parte de UPM para conectar su nueva planta de biomasa al sistema eléctrico nacional.

Comercio internacional de energía eléctrica

Tradicionalmente, Uruguay dependió de importaciones energéticas para cubrir su consumo interno. Sin embargo, en los últimos diez años, logró mejorar su conexión eléctrica con países vecinos y diversificar sus métodos de producción energética. Esto le ha permitido generar electricidad de manera más sostenible y a precios competitivos, convirtiéndose en una fuente importante de ingresos gracias a su rol como exportador neto de electricidad en la región.

De acuerdo con la información de UTE, en 2022 Uruguay exportó un total de 1.368 GWh de electricidad, representando el 10% de su producción energética total. El final de 2022 y gran parte de 2023 se vieron afectados por una sequía que impactó negativamente la generación hidroeléctrica de UTE. Como consecuencia, el país vio reducidos sus excedentes eléctricos disponibles para exportación, resultando en una disminución del 50% en el volumen de electricidad exportada.

Durante los periodos más severos de la sequía, Uruguay recurrió a la importación de energía desde Brasil para satisfacer su demanda interna, reduciendo así los costos asociados a la generación térmica y preservando los recursos hídricos. Además, aunque en una escala menor, en febrero de 2023 UTE importó energía de Argentina.

En el año 2021, Uruguay logró exportar 2.844 GWh de electricidad, lo que le permitió obtener ingresos por un valor de 525 millones de dólares, equivalente al 5% del total de exportaciones de bienes de ese año, marcando una aportación relevante para la economía nacional. De estas ventas, el 78% se dirigieron a Brasil, mientras que el 22% restante se exportó a Argentina. Sin embargo, en 2022, las exportaciones se orientaron exclusivamente hacia Argentina, generando ingresos por 164 millones de dólares.

¿Por qué optar por el hidrógeno verde en Uruguay?

La transición hacia el hidrógeno verde representa una evolución lógica en la estrategia de Uruguay de reducir su dependencia de los combustibles fósiles y avanzar en la descarbonización de su demanda energética. Además, Uruguay posee ventajas competitivas significativas que lo posicionan como un productor importante de hidrógeno verde y sus derivados, tanto para consumo interno como para exportación.

Potencial destacado en la generación de energía renovable y sinergia de recursos
Uruguay se destaca por su capacidad para generar energía renovable, especialmente a través de fuentes eólicas y solares. La combinación óptima de recursos eólicos y solares en el país facilita la obtención de elevados factores de capacidad en los electrolizadores, resultando en bajos costos de producción de hidrógeno.

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Para el año 2030, se estima que las energías renovables eólica y solar en Uruguay podrían lograr costos de energía nivelados (LCOE) entre 16 y 19 dólares por MWh. La energía eólica marina (offshore) podría tener costos de entre 26 y 28 dólares por MWh. Para 2040, se prevé una reducción de estos costos a 11 dólares por MWh para la energía solar, 15 dólares por MWh para la eólica y 21 dólares por MWh para la eólica marina. Las regiones occidentales del país son las más adecuadas para la generación de energía solar, mientras que las regiones norte y central presentan potenciales de calidad media para esta generación.

Oportunidades de Inversión

Parques Eólicos

La estrategia de integrar la energía eólica como una fuente renovable y competitiva ha tenido un éxito notable en Uruguay. Antes de 2008, el país no contaba con parques eólicos a gran escala. Hoy día, existen 41 parques operativos que suman una capacidad instalada de 1.514 MW, un logro alcanzado gracias a la diversidad de modelos de negocio implementados.

En cuanto a la creación de parques eólicos de escala mediana, desde 2014 Uruguay permite a los consumidores producir su propia electricidad utilizando cualquier fuente de energía, sin que ello afecte su estatus de consumidor. Este marco legal no impone restricciones en cuanto a la tensión para conectarse a la red eléctrica y prohíbe la inyección de electricidad a la red nacional. Bajo estas condiciones, se han instalado 9,1 MW de capacidad eólica hasta el año 2020.

Respecto a los parques eólicos financiados por el mercado de capitales local, la creación de fideicomisos financieros para los parques Pampa y Arias ha capturado el interés de inversores minoristas e institucionales, demostrando un gran apetito por incluir estos activos en sus carteras de inversión.

Parques Solares

El avance en el aprovechamiento de la energía solar ha sido significativo en Uruguay, contando actualmente con 19 centrales fotovoltaicas de gran envergadura que aportan energía a la red eléctrica, sumando una capacidad aproximada de 229 MW. Estas instalaciones varían desde unos pocos MW hasta los 50 MW, destacando las plantas de «La Jacinta» y «El Naranjal» en Salto, noroeste del país.

Paralelamente, la generación solar de pequeña escala conectada a la red ha crecido de 0,04 MW en 2011 a 30 MW en noviembre de 2021, y la capacidad fotovoltaica fuera de la red también se ha incrementado, alcanzando los 5 MW instalados hasta 2020.

Plantas de Bioenergía

El impulso de la bioenergía, en particular a partir de fuentes de biomasa no convencionales, ha avanzado de la mano con el crecimiento de la silvicultura y la industria de la celulosa, así como de la producción agrícola en sectores como la soja, el arroz y el trigo. Este desarrollo se ha apoyado en un marco institucional que promueve el uso energético de subproductos de la biomasa forestal y de otros sectores. Entre las principales fuentes para la generación de bioenergía (tanto térmica como eléctrica) se encuentran el licor negro, residuos forestales, leña, bagazo de caña, cáscara de arroz y biogás de desechos del sector lácteo, producción lanera y residuos urbanos.

Las instalaciones de bioenergía representan el 9% de la capacidad instalada del país (425 MW), cifra que se espera aumente con la puesta en marcha de una nueva planta de celulosa que aportará más de 150 MW de energía renovable a la red de UTE en 2023.

El principal desafío para el desarrollo futuro de la bioenergía en Uruguay radica en el bajo costo de producción de electricidad a partir de otras fuentes renovables, lo que sugiere que los futuros proyectos de bioenergía podrían integrarse a procesos industriales (como biorrefinerías). Otras vías de desarrollo para la bioenergía incluyen la producción de combustibles avanzados (diésel renovable, hidrógeno verde, metanol, gas natural renovable, biocombustibles para aviación y marítimos) y biocombustibles sólidos (pellets).

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Planta de Recuperación Energética de Residuos

Transformar los residuos urbanos en energía constituye un eje central de la política energética y es fundamental en el Plan Nacional de Gestión de Residuos, que busca una gestión y aprovechamiento eficientes de estos materiales. De acuerdo con un análisis de la Dirección Nacional de Calidad y Evaluación Ambiental (DINACEA), con más de un millón de toneladas anuales de residuos sólidos, la región metropolitana de Montevideo emerge como el sitio ideal para establecer una planta de gran escala que genere energía mediante el tratamiento térmico de residuos.

También se considera la ejecución de un proyecto nacional o la formación de consorcios regionales que faciliten la producción energética a partir de los residuos de múltiples departamentos.

Además, las tecnologías actuales permiten el tratamiento rentable de cantidades menores de residuos (por ejemplo, 100-150 toneladas/día), lo que abre la puerta a la posibilidad de establecer varias plantas a lo largo del país.

Almacenamiento de Energía

Para incrementar la generación de energía a partir de fuentes eólicas y solares, que son intermitentes, será esencial adoptar a largo plazo estrategias para manejar estas variabilidades. Una solución es mejorar el intercambio energético con los países vecinos (Argentina y Brasil), y otra es desarrollar sistemas de almacenamiento de energía. Las tecnologías de almacenamiento, como las baterías, que están avanzando en eficiencia y competitividad, o aquellas que requieren de grandes inversiones y largos tiempos de construcción (represas o sistemas de acumulación por bombeo), podrían ser viables para Uruguay en el futuro.

El almacenamiento energético facilita el traslado de la producción energética de un momento a otro, reduciendo la dependencia de centrales térmicas de respaldo. Además, su instalación distribuida puede optimizar el uso de la red eléctrica. Sin embargo, dado que Uruguay posee una matriz casi totalmente renovable con una considerable variabilidad, especialmente por la hidroelectricidad, y una creciente integración de la eólica y solar, el almacenamiento no resulta tan efectivo para gestionar los excedentes estructurales de electricidad del país.

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En septiembre de 2021 se inauguró el primer sistema de almacenamiento energético del país, compuesto por un sistema de 30 kW y 12 baterías de litio-ferrofosfato con una capacidad total de 97 kWh. Desde 2020, Uruguay permite a los clientes de UTE instalar sistemas de almacenamiento, los cuales pueden beneficiarse de incentivos fiscales ofrecidos por la Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones (Comap).

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